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Ya no quedan músicos, ni artistas, como Woody Guthrie, un músico que llevaba escrita en su guitarra: “esta máquina mata fascistas”. La razón fundamental: el cinismo. A estas alturas de la vida nadie se creería un mensaje y menos una actitud como la que mantuvo este cantante norteamericano.
Woody Guthrie (1912-1967) fue un tipo de leyenda. Fue un cantor que no entendía la vida ni la música sin compromiso. Folk y country y todo el cancionero tradicional fueron su herramienta. Las letras de sus canciones se las inspiraban los perdedores de América: los pobres, los vagabundos, los sindicalistas, los emigrantes, los desheredados. En otras palabras: fue el cantante que retrató en sus canciones la devastación de la Gran Depresión. El, junto John Steinbeck y John Dos Passos, fue el gran cronista de una época en la que al hombre le tocó vivir como un animal enjaulado y apaleado.
Esta no es una autobiografía al uso, en la que el autor reelabora su historia tomando distancia con los hitos que han marcado sus días, sino una especie de novela en primera persona basada en hechos reales.
Lo que cuenta no es ninguna broma. La imagen del primer capítulo ya deja claro que no se trata de ningún cuento de hadas:Guthrie viaja sobre el techo de un vagón de tren junto a tres compañeros. Cae una desalmada tormenta y el grupo no duda en quitarse las camisas para proteger la guitarra de Woody. Los cuatro acaban de escapar de una pelea multitudinaria que se ha desatado en uno de los vagones, donde los hombres viajan como bestias.

En el libro, el cantante hace memoria de su infancia con especial minuciosidad. Niño precoz, sediento de sabiduría y sensible, Guthrie nació en el seno de una familia burguesa, vio hundirse el negocio del padre, a la madre enloquecer y a su hermana Clara morir abrasada en un accidente. Con 16 años abandonó la devastada Oklahoma de su niñez y durante la década de los treinta, recorrió EEUU de una punta a otra en busca de trabajo. Siempre con su guitarra al hombro, vivió en carne propia las brutales consecuencias del desempleo.
Estas memorias las escribió en 1943, con 31 años; y durante su larga trayectoria compuso más de de mil canciones y escribió tres novelas.
Ciertamente Guthrie no fue un santo, pero es obligatorio reconocer en él valores difíciles de encontrar: su activismo social, su conciencia insobornable y su fe inquebrantable en un mundo mejor.

Doc J.

Rumbo a la gloria: memorias de Woody Guthrie (LIBRO)

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Ya no quedan músicos, ni artistas, como Woody Guthrie, un músico que llevaba escrita en su guitarra: “esta máquina mata fascistas”. La razón fundamental: el cinismo. A estas alturas de la vida nadie se creería un mensaje y menos una actitud como la que mantuvo este cantante norteamericano.
Woody Guthrie (1912-1967) fue un tipo de leyenda. Fue un cantor que no entendía la vida ni la música sin compromiso. Folk y country y todo el cancionero tradicional fueron su herramienta. Las letras de sus canciones se las inspiraban los perdedores de América: los pobres, los vagabundos, los sindicalistas, los emigrantes, los desheredados. En otras palabras: fue el cantante que retrató en sus canciones la devastación de la Gran Depresión. El, junto John Steinbeck y John Dos Passos, fue el gran cronista de una época en la que al hombre le tocó vivir como un animal enjaulado y apaleado.
Esta no es una autobiografía al uso, en la que el autor reelabora su historia tomando distancia con los hitos que han marcado sus días, sino una especie de novela en primera persona basada en hechos reales.
Lo que cuenta no es ninguna broma. La imagen del primer capítulo ya deja claro que no se trata de ningún cuento de hadas:Guthrie viaja sobre el techo de un vagón de tren junto a tres compañeros. Cae una desalmada tormenta y el grupo no duda en quitarse las camisas para proteger la guitarra de Woody. Los cuatro acaban de escapar de una pelea multitudinaria que se ha desatado en uno de los vagones, donde los hombres viajan como bestias.

En el libro, el cantante hace memoria de su infancia con especial minuciosidad. Niño precoz, sediento de sabiduría y sensible, Guthrie nació en el seno de una familia burguesa, vio hundirse el negocio del padre, a la madre enloquecer y a su hermana Clara morir abrasada en un accidente. Con 16 años abandonó la devastada Oklahoma de su niñez y durante la década de los treinta, recorrió EEUU de una punta a otra en busca de trabajo. Siempre con su guitarra al hombro, vivió en carne propia las brutales consecuencias del desempleo.
Estas memorias las escribió en 1943, con 31 años; y durante su larga trayectoria compuso más de de mil canciones y escribió tres novelas.
Ciertamente Guthrie no fue un santo, pero es obligatorio reconocer en él valores difíciles de encontrar: su activismo social, su conciencia insobornable y su fe inquebrantable en un mundo mejor.

Doc J.